En esos días que llamamos “normales” o “un día cualquiera”, puede pasar una sola cosa, que por muy pequeña que sea, te saca una sonrisa y hasta hace que tu día se convierta en ¡extraordinario!.
Subo al bus 🚌, busco el asiento al lado de la ventana, generalmente me pongo los audífonos para escuchar música y relajarme... pero ese día los olvidé, lo cual me hizo renegar un poco de la situación.
Estaba ya preparándome para un viaje “un tanto insoportable” por el ruido y el cansancio, cuando veo que, suben luego al bus, un grupo de señoras mayores, de entre las cuales llama mi atención una de ellas: una mujer alta, grande, blanca, con cabello corto oscuro, vestida muy elegantemente de negro y con unas gafas también oscuras y muy llamativas. Sus amigas, o al menos eso percibí, se sientan en la fila de adelante y ella se sienta a mi lado.
Lo primero que llama mi atención y me deja incrédula es que me saluda muy amablemente. Eso no sucede tan a menudo en los buses de Galicia (España), ya que generalmente la persona se sienta a tu lado sin decir ni una sola palabra, sin saludarte y menos entablar una conversación contigo… Por lo que casi de inmediato empezamos a charlar, era una plática de dos desconocidas que de inmediato se vuelven amigas… “¿De dónde eres? No pareces de acá… ¡además de dulce, eres muy guapa!... últimamente he tenido unas molestias en las rodillas…” en fin… una charla de dos amigas íntimas. Lo que más recuerdo haber hablado con ella fue que además de decirle que “era muy guapa con todo y las molestias que padecía por su edad o situación” fue, su historia de amor ❤️.
Mientras me mostraba fotos “de las de antes”, impresas en blanco y negro, me cuenta que su esposo, un hombre alemán, alto, fornido y muy atractivo, acababa de fallecer. No tuvieron hijos y fue el amor de su vida. ¡Un amor que ella me aseguró yo encontraría!
Ambas hablamos de la persona a quien más amábamos, así que yo le muestro una foto “de las de ahora” en mi celular, de mi mamá.
Llegamos a mi destino final pero ella continuaba su viaje. Despedirnos fue duro, era evidente que ambas queríamos continuar en ese viaje de 30 minutos que se volvió en una charla con una amiga a la que siempre recordaré por el simple hecho de charlar conmigo y compartirme una parte tan importante de su vida: su amor verdadero. Yo teniendo aún la dicha de tenerlo en mi vida y ella en su corazón.
Este tipo de encuentros llenan tu alma, solo es de estar dispuest@s. Somos humanos y por ello es vital relacionarnos, aunque a veces nos encerramos en nuestro propio mundo y nos aislamos del resto. Así que trata de abrir tu mente y estar más dispuest@ a que sucedan cosas así de inesperadas de las cuales puedas sacar un lindo relato o un agradable recuerdo. Con una simple sonrisa o un saludo puedes alegrar el día de la otra persona.
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