Relato de malas a buenas experiencias

En enero de 2021 regresaba de Guatemala a Vigo, haciendo primero escala en Madrid. Coincidía justamente con una temporada de invierno “un poco más extremo” de lo habitual, llegando a hacer incluso que nevase en Madrid ❄️. Algo que noto al bajarme del avión era que en la pista de aterrizaje había aún pedazos y restos de hielo. Me sorprendo, pero por la prisa de llegar a la conexión del vuelo a Vigo lo dejo estar. Llego a la sala de abordar con la expectativa de si el vuelo iba incluso a ser cancelado por el mal tiempo, pero todo transcurre con normalidad. Mi primera reacción antes de subir al avión es ver nuevamente el cielo y pensar que el día “no me gustaba”.


El vuelo 
✈️, no quiero decir que fuera tormentoso pero sí que hubo mucho movimiento, la visibilidad por las ventanas era nula, solo se veía blanco. Se sintió más largo de la hora y 20 minutos que usualmente llega a durar como máximo. 

Mientras todo fluye con normalidad, yo me centro en rezar para calmarme sin poder evitar notar que vamos poquísimas personas, si mucho 15 pasajeros. Hasta que en un momento el capitán anuncia que comenzará el aterrizaje. 

Sobrevolamos el aeropuerto de Vigo, damos 1 vuelta… 2 vueltas… 3 vueltas…. Pienso “seguramente está esperando pista de aterrizaje”.

El avión empieza a descender, baja despacio y vuelve a subir con mayor velocidad, 1 vez, 2 veces, 3 veces… Me asusto, pienso “Dios mío, ya me quedé aquí” 😩 y rezo. 

En el transcurso de esas vueltas, subidas y bajadas, tanto la tripulación como los demás pasajeros, no pueden ocultar el nerviosismo. Dos señores enfrente mío, secaban el sudor de sus manos y frentes, uno abría y cerraba su laptop, en fin… Hasta que se escucha el anuncio del capitán indicando que iríamos al aeropuerto de Santiago de Compostela ya que no había sido posible aterrizar en Vigo.

En Santiago aterrizamos a los 15 minutos y en el primer intento, pero bajo del avión con mareo y aún asustada. 

Esta experiencia, que puede ser que muchas personas hayan tenido alguna similar o mucho peor, sin duda alguna cambió cómo me siento al viajar. Siempre fui una persona tranquila al momento de ir en un avión, me acompañaban los típicos nervios en el despegue y el aterrizaje, o con la turbulencia pero a partir de esta experiencia sentí lo que es miedo a volar. 


Después de este viaje realicé 2 más, a Madrid y a Burdeos (Francia), ambos vuelos cortos en los que me acompañaron el miedo, los temblores y hasta una que otra lágrima. 


Recientemente realicé otro viaje a Guatemala, en el que decidí que esta vez esas sensaciones no me acompañarían. Me documenté sobre el miedo a volar, leí varios artículos y tuve dos vuelos excelentes con una gran compañía. Sin duda alguna, además de lo que yo puse de mi parte, estoy segura que desde allá arriba me enviaron un mensaje para viajar con paz, porque el piloto del vuelo de Guatemala - Madrid hizo algo que nunca me había tocado.

A pocos minutos del despegue, se empezó a notar una cierta turbulencia, en ese mismo momento el capitán dió el siguiente mensaje (o al menos algo así lo recuerdo): 


Hola estimados pasajeros, bienvenidos a su vuelo de IBERIA Guatemala con destino Madrid, les habla el capitán Rafael… el vuelo tendrá una duración de 10 horas con 20 minutos pero se estima que lleguemos con varios minutos de anticipación debido al buen tiempo que tenemos… Cielo completamente despejado, buena temperatura, así que un buen vuelo en el que no podemos descartar alguna turbulencia leve hasta moderada como la que podemos estar atravesando en estos momentos. Recordemos que la turbulencia no pone en riesgo en ningún momento la seguridad del vuelo. Es más que todo una sensación de incomodidad que nos puede hacer sentir a todos… 


El capitán concluye su mensaje con la típica línea de despedida que ya ni pude escuchar porque, me quedé tan centrada y agradecida por su explicación acerca de la seguridad y bienestar durante el vuelo. Sentí que había sido un mensaje para mi 😍, pero también no pude evitar recordar a un señor de Guatemala al que conocí abordando el avión, un hombre muy sencillo y amable, que me comentaba que era su primera vez viajando y que se sentía muy nervioso.


Así como este señor que se enfrentaba a una experiencia nueva y yo me enfrentaba a una ya vivida, hay muchas personas. Las experiencias por muy sencillas que sean, tienen alta repercusión en nuestras vidas e influyen en las que están por venir. Siempre es en el momento o de la persona que menos te imaginas que te llevas la grata sorpresa de poder transformar alguna experiencia negativa en una positiva. ¡Replícalo en las experiencias que puedas! pero sobre todo no dejes de hacer las cosas por miedo, ya ves que muchas veces se trata de animarte, confiar y ¿por qué no? disfrutar.  😎


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Photo by Jason Toevs